domingo, 27 de septiembre de 2015

Cambio

El miedo es un sentimiento inherente a la condición humana. Todos tenemos miedo. Miedo de ser, miedo de sentir, miedo de destacar, miedo de fallar, miedo de no llegar, miedo de caer, miedo de dar, y también miedo de recibir. 
¿Hacia dónde nos lleva todo esto? 
Dejemos de conformarnos con lo que somos y tenemos, busquemos algo más. Algo por lo que merezca la pena luchar hasta no poder más. Marquémonos metas y no paremos hasta mirar hacia atrás y ver toda la dedicación que hemos puesto en alcanzarlas. Sintámonos orgullosos de lo que tenemos y dejemos de envidiar todo lo que poseen los demás. Aprendamos de nuestros errores, y no tengamos reparo en cometer muchos más. Porque solamente somos una minúscula parte del universo y a él no le va a importar demasiado cuántas veces decidamos hasta qué punto vamos a dejar que nuestra vida siga pasando ante nuestros ojos.
Quiero ser valiente.
Quiero sentir miedo, y hacerle frente.
Quiero destacar en lo que me apasiona.
Quiero fallar cientos de veces, para hacerlo bien en la siguiente. 
Quiero no llegar si eso significa quedarme allá donde sea feliz.
Quiero caer, y reírme a carcajadas desde el suelo.
Quiero darlo todo de mi a pesar de que terminen rompiéndome en mil pedazos una y otra vez.
Quiero recibir sonrisas sinceras y palabras esculpidas por el alma. 
Pero, por encima de todo, quiero vivir. 

Y saber cuántos de vosotros están dispuestos a intentarlo conmigo. 



jueves, 24 de septiembre de 2015

Quisiera ser libre. De ti.

No hace mucho, tras devorar las páginas de otro de sus interminables libros, se preguntó cuál sería la cosa más perjudicial para las personas. 

No tardó demasiado en averiguar la respuesta: el tiempo.

Se le pasaron por la cabeza infinidad de cosas: la soledad, la pérdida, el amor... incluso otras personas. Pero la existencia de algo tan simple ,y a la vez tan intenso, como el anhelo hizo que se olvidase de todas las demás cosas intangibles en las que había posado su mente aunque fuese sólo por un momento. 
Y pensó en cuanta razón hay en esa cita que todo el mundo parece conocer y aplicar a infinidad de momentos a lo largo de su vida.

"Uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde."

Y se preguntó si él había pensado alguna vez en lo mismo. Si también había pasado horas imaginando sus dedos asustados e inexpertos recorriendo su espalda desnuda una y otra vez, deteniéndose en ella hasta memorizar cada curva y cada lugar en el que se escondía una sonrisa. O simplemente si tenía curiosidad por saber cómo sonaría su nombre pronunciado por aquellos labios en un susurro a través de la oscuridad más intensa que jamás había experimentado.
Siempre se había preguntado cómo era posible anhelar algo que jamás había ocurrido, que se trataba de una simple imaginación transformada en recuerdo. Como el roce de sus pestañas en su cuello, o la respiración entrecortada y las mejillas sonrosadas tras un episodio de desenfreno.
Pero también anhelaba cosas que ya conocía: cómo fruncía el ceño cuando escribía con aquella letra espantosa e irregular, su lado infantil y juguetón cada vez que estaba en contacto con los niños, su sonrisa ladeada y uno ojos que desnudaban hasta el alma.
¿Que qué tiene que ver el tiempo con todo esto? Él es el causante de todos nuestros recuerdos. También es el protagonista de la creencia de que "con el tiempo, todo pasa". Quisiera conocer al autor de ese dicho y preguntarle de que material estaba hecho por dentro. 
Es el tiempo quién nos hace acostumbrarnos a las personas, y también quién nos las arrebata de una forma u otra sin ni siquiera pedir permiso.

Resulta hasta irónico que algo que no podamos ver nos haga pedazos de ese modo.